En la fotografía boudoir, el deseo adopta nuevas formas. Existen dos partes: el sujeto deseante y el objeto deseado. Cuando nuestro deseo queda subyugado a la mirada ajena, nos convertimos en el objeto deseado, un rol que históricamente se ha asignado —por lo general sin consentimiento— a lo femenino.
Durante años han existido los artistas y las musas. Los creadores y su creación. Los sujetos deseantes y el objeto de su deseo. Desde la pintura hasta la moda, pasando por la escultura, la literatura o incluso la fotografía, hemos podido observar personajes femeninos que ostentan una feminidad forjada desde la mirada de quien los representa y destinada a despertar el deseo de sus iguales.

Pero, ¿qué sucede cuando el objeto se despoja de su condición pasiva y reivindica su propio deseo? ¿Cuando descubres que en ti reside la artista y no sólo la musa? ¿Cuando no necesitas la mirada del otro para poder verte, disfrutarte, celebrarte?
Cuando la cámara empodera: del objeto deseado al sujeto que desea
La historia está cambiando y cada vez más, las protagonistas somos nosotras. Cada vez más, es nuestro deseo el que reclama su lugar, como un árbol cuyas raíces atraviesan el pesado asfalto de la carretera.
Sí, en el deseo existen dos partes: el sujeto deseante y el objeto deseado, pero ambas pueden estar recogidas en una misma persona y esa, puedes ser tú.

Para mí, una sesión de boudoir es esto, una exploración de tu propio deseo, representado desde una mirada libre de filtros, libre de prejuicios y alejada de los estereotipos. Una mirada que retrata tu parte más sensual y también la más poderosa. Y aquí es donde el boudoir y el deseo femenino se juntan.
Porque la mirada con la que nos retratamos define cómo nos vemos y cómo nos sentimos.
¿Y si esta vez la cámara estuviera a tu favor? Regálate una sesión de boudoir donde el deseo sea tuyo y la mirada también. Escríbeme y descubre cómo retratarte desde tu poder.
